Vamos
a empezar el año con un experimento. Esta primera charla será totalmente
atípica: La presentación de un libro escrito por el entonces embajador de la
Unión Europea en Chile, Rafael Dochao Moreno, sobre su previa experiencia en
Camboya.
Y ya
no digo nada más, pues no me atrevo a competir con el Premio Nacional de
Literatura Antonio Skármeta, quien le prologó el libro. Con sus palabras os
dejo.
UNA
SONRISA PARA CAMBOYA
Muy temprano en este libro que narra una experiencia
camboyana, el enviado de la Unión Europea en Chile nos revela la estrategia de
los embajadores para abordar su trabajo en el país al que han sido designados: enamorarse
de él.
Por la simpatía y talento diplomático que ha
derrochado en Chile durante estos años en que hemos tenido la suerte de
tenerlo entre nosotros, sabemos muy bien como es el amor de Rafael Dochao: una
exitosa fórmula de afecto, juicio crítico, y sobre todo, humor.
Como un narrador avezado Dochao pone en práctica la
sorpresa compartida con sus lectores ante lo extraño ilustrándolo con
elementos populares en nuestra cultura occidental. Así, por ejemplo, cuando en
un bar de la capital camboyana irrumpe un cantante de estridente vestimenta y
erótico contoneo que es presentado como el “Tom Jones asiático” nuestra nítida
información del artista británico se nubla con esta visión oriental ,y al
sobreponer la una sobre la otra es imposible contener la sonrisa, y en mi caso,
la carcajada.
A medida que avanzamos en este libro de extravagancias
locales comenzamos a advertir la graciosa huella que ha dejado la cultura
occidental en Camboya, y cómo la curiosa asimilación de ésta por una tradición
milenaria, ha producido una simbiosis explosiva donde los camboyanos aplican la
letra pero no el espíritu.
Claro que encontraremos farmacias enclavadas en malls al
estilo nuestro, pero aprenderemos que es arduo conseguir un paracetamol sin que
un expansivo loro revolotee en la tienda. O asistir a un banquete en la
deteriorada embajada búlgara en el cual lo más gourmet que aparece en la mesa
son unos pocos trozos de salchicha en una sopa de verdura. La salchicha también
estará en el plato de fondo, y creo que esto es cosecha mía, también en el
postre. Y si uno se levanta de la mesa fustigado por vodkas inclementes y
galopantes verá que el asfalto de la cancha de tenis está deteriorado, ”como
corroído por un cáncer”. Con frecuencia, siguiendo estas peripecias, me
vivieron a la memoria las vidas de aquellos cónsules melancólicos de las
novelas de Graham Greene.
Aquí se exhibe la vida cotidiana de un pueblo que en su
pasado sufrió enormemente: durante época de Pol Pot y sus Jemeres Rojos un
tercio de la población fue aniquilada por el fanatismo dogmático de estos
“revolucionarios”. Desde el actual reino, se mira aún con pavor esta masacre
fratricida, y aunque aquí estamos en el más lejano confín del mundo, nos hemos
enterado que hay en Camboya un festival de cine “innovador y vibrante”, cuyo
jurado será presidido este año por Angelina Jolie, a quien en el 2005 mediante
un decreto real, se lo concedió la nacionalidad camboyana.
Huellas bélicas quedan en muchas partes, por ejemplo, en
las minas enterradas que por cualquier descuido pueden estallar y destrozar el
cuerpo que las pisa. Y quienes conviven con este peligro se las arreglan para
protegerse. Aquí leerán la historia de un patrón que hace caminar delante de él
cinco metros a su criado Koma, porque éste “tiene un sexto sentido que le hace
intuir el peligro”.
Este es también el humor intuitivo de Rafael Dochao, una
inteligencia que nos acerca con sonrisa cazurra a un territorio lejano geográfica
y culturalmente, haciendo gala de una alegría de narrar que cubre perfectamente
bien lo “incómodo” de algunas situaciones.
Buen viaje, estimados lectores. Antonio Skármeta
Crónicas Jemeres.
Rafael Dochao Moreno.
Miércoles 4 de enero,
19:00
Pangea, C/ Príncipe de
Vergara 26, Madrid.
Rafael Dochao Moreno (Madrid, 1959) era embajador de la UE en Chile cuando escribió “Crónicas
Jemeres”. Es, además de un europeo convencido, un hombre de mundo. Economista
de formación, por la Universidad Autónoma de Madrid donde fue líder
estudiantil, amante de la cultura y de las artes, es un apasionado por
descubrir los países y sus gentes, con el entusiasmo del que gozaban los
antiguos viajeros y del que ahora carecen los turistas.
Con
ese espíritu trotamundos ha visitado docenas de países y, en sus más de treinta
años de carrera diplomática, ha vivido en Suráfrica, Bélgica, Marruecos, Perú,
Camboya antes de venir a su Chile, país del que siempre dice que quedó seducido
desde su llegada y del que ha visitado todas las regiones, incluidas sus islas.
Es
precisamente en Camboya, aquel lejano país de Indochina (la Conchinchina que decían nuestras
madres), el peculiar y apasionante reino de los jemeres, donde se tejieron las
“Crónicas Jemeres”.
Pangea, The Travel Store, nos cede su espacio para las charlas.