"A la Antártida en busca de virus" fue una magnífica
charla, en la que el Prof. Antonio Alcamí reflejó lo que ha sido la esencia de la
Ciencia desde siempre: Preguntas originales y relevantes, que incluso cuestionan
el conocimiento previo; esfuerzo y
desarrollo técnico para contestarlas; respuestas inesperadas que plantean nuevas
preguntas y, también, posibles aplicaciones. Y todo ello aderezado por increíbles
fotos y vídeos, que parecían sacadas del archivo de National Geographic, pero
que eran artesanas de Antonio y su equipo. Nos mostró la travesía entre icebergs, el
espacio vital, reducido, en el barco y en las tiendas de campaña, la recogida y
transporte de muestras por el paisaje glaciar, los pingüinos, los elefantes
marinos,…
(Foto personal de Antonio de la península antártica)
Pero volvamos a la Ciencia. Dicen los libros que la biodiversidad
en los inhóspitos ambientes polares es mucho menor. Por ello se fue Antonio a estudiar un lago
en la Antártida, buscando un sistema modelo más sencillo. Su tema de trabajo
principal es la interacción de los virus con los organismos que infectan:
nosotros, por ejemplo. Y aunque nos creamos nosotros mismos mucho más
relevantes que un lago congelado, para los virus, tanto lo uno como lo otro,
son su medioambiente, en el que tienen que competir y multiplicarse. En un
sistema modelo más sencillo, el lago de la Antártida, se pueden deducir más
fácilmente reglas generales. Esto, que aplica a todos los campos de la Ciencia, es lo que buscaba Antonio.
¡Sorpresa! Mientras que en un lago
en latitudes habitadas se encuentran unas 700 especies de virus diferentes,
el equipo de Antonio ha llegado a identificar unas 10.000 en el lago de la Antártida.
Una primicia mundial en el estudio de la biodiversidad mediante el análisis del metagenoma
viral. Para lograrla hizo falta un esfuerzo organizativo que incluyó al Comité Polar Español, a la Marina
Española y al Consejo Superior de Investigaciones Científicas. Y también fue necesario contar con la experiencia previa del Prof. Antonio Quesada, de la Universidad Autónoma de Madrid, así como con el esfuerzo
personal de Antonio y su equipo, sin olvidar el acceso a la tecnología puntera de secuenciación masiva.
Pero, ¿cómo se ha generado tal diversidad? ¿Cómo se mantiene
dicha diversidad? Y, dado que los virus siempre requieren células hospedadoras
para multiplicarse, ¿existe también en la Antártida una diversidad desconocida a ese nivel? Además, toda
esa posible explosión de diversidad de vida se desarrolla a temperaturas
por debajo de los 5ºC, por lo que sus procesos metabólicos, sus enzimas, tienen
que estar adaptadas a funcionar en ese rango de temperaturas. ¿Podría esto abrir
un nuevo campo de biotecnología de bajas temperaturas? Y así, decenas de preguntas
más, entre ellas, las que los asistentes realizaron durante más de 50 minutos,
tanto niños y jóvenes, como jubilados, todos “contagiados” por el afán de
saber.
Quiero acabar con la sorpresa que me trasmitió uno de los
asistentes sobre el hecho de que un equipo español hubiera sido el primero del
mundo en realizar un trabajo así. Capacidad, tanto intelectual como de
sacrificio, tenemos; lo que cada vez tenemos menos es financiación para competir con
otros países en los que la investigación sí es una prioridad.