Hay enfermedades, demasiadas, como la comentada en mi entrada anterior, para las que aún no disponemos de ningún tratamiento efectivo. La investigación y la transferencia del conocimiento son el único camino para, algún día, llegar a desarrollarlo. Pero es más, tampoco podemos bajar la guardia frente a enfermedades que parecían controlables y controladas. En su charla, el Prof. Miguel Vicente nos guió a través de la evolución de la mortalidad durante el siglo XX, en particular respecto a las enfermedades infecciosas. En el primer tercio de siglo la mortalidad se redujo drásticamente, principalmente debido a las mejoras en higiene y nutrición. La reducción aceleró su tendencia con la introducción de los antibióticos, así como con el progresivo desarrollo de los programas de vacunación (por cierto, del desprestigio de las vacunas en algunos círculos tendremos que hablar algún día). Esta tendencia se mantuvo hasta los años 80, cuando empezó a aumentar de nuevo la tasa de mortalidad. Las razones, variadas, como la aparición del SIDA (también dedicaremos una charla a las enfermedades emergentes) pero, también, el aumento de las resistencias a los antibióticos. No queda más remedio que seguir investigando y luchando en una batalla que parecía casi ganada.
Miguel también me comentó, como otros conferenciantes ya habían hecho antes, la dificultad de enfrentarse a un público tan variado. Y tan interesado, diría yo. Le hicieron preguntas desde una estudiante de 4º de la ESO a una Dra. en Bioquímica, colega del CSIC. Esa “dificultad” es parte del encanto de Ciencia con chocolate, pues pone de manifiesto los diversos interrogantes y puntos de vista que surgen ante el conocimiento científico. Bueno, también el chocolate tiene su encanto.
Si no pudiste venir a la charla o quieres recordar lo que Miguel nos contó, puedes encontrarlo en su blog.
Ciencia con chocolate surge del convencimiento de la Sociedad Española de Bioquímica y Biología Molecular de la necesidad de la divulgación científica rigurosa.