Crónica doméstica de un aislamiento solidario (I).


No soy virólogo ni inmunólogo, tampoco epidemiólogo. Soy investigador, pero eso no viene hoy al caso. Escribo como consorte (así me llamó una compañera) de Marga del Val, de quien transcendió su participación coloquial y “muy sentida” en un foro científico, ante las dudas sobre las medidas de contención de COVID-19 expresadas en dicho foro. Soy uno de los muchos “culpables” de la enorme difusión de la opinión de Marga, de lo cual me siento muy orgulloso, aunque ahora esté “sufriendo” algunas de sus consecuencias. Por cierto, si eres uno de los pocos que aún no lo han leído, es la entrada anterior en este mismo blog.

Casos confirmados 16 de marzo (Imagen original de la Wikipedia)

Esta mañana le he dicho a Marga: “me tengo que desahogar un poco, así que lo voy a escribir”. Y es que, durante el fin de semana en casa, Marga ha atendido por whatsapp, por teléfono y por Skype a medio mundo (y no exagero). ¡Encerrado en casa con una influencer sobrevenida que ni siquiera tiene ni Facebook ni Twitter!

Pero lo peor son los “cabreos” que se coge… Por ejemplo, ayer participó en una tertulia televisiva. Marga por Skype y el resto en el plató. ¡Pero señores! Sí, cinco señores en el plató y ella en casa. ¿No hay otra manera de dar su opinión que desplazándose, juntándose y volviendo a su casa? Y esto con el Estado de Alarma ya declarado.

¿Qué es lo que no se entiende?, porque Marga lo dejó muy clarito en su artículo.

Mañana más...