Por Begoña García Sastre, Margarita del Val y Enrique J. de la Rosa
El descubrimiento de los antibióticos a mediados del siglo XX supuso una revolución en la medicina permitiendo tratar de forma efectiva las infecciones bacterianas. Es incalculable el número de vidas que los antibióticos han salvado y, además, han colaborado, junto con las vacunas y la mejora de la higiene y la nutrición, a reducir la mortalidad infantil y aumentar la esperanza de vida, proporcionándonos la salud de la que ahora disfrutamos.
Los antibióticos han vivido desde entonces una época dorada, considerándose en la sociedad, erróneamente, como el remedio que todo lo cura. Esta percepción ha llevado a que se hiciera un abuso de estos medicamentos, cuyas consecuencias llevamos años sufriendo y que cada vez resultan más preocupantes: las bacterias multirresistentes.
Imagen: Anna Shvets, Pexels.com
La resistencia de las bacterias a los antibióticos se considera una “pandemia silenciosa” siendo ya uno de los problemas de salud más preocupantes a nivel global. No solo afecta al tratamiento de infecciones bacterianas clásicas, sino también al riesgo de infección en muchas cirugías que mantienen nuestra calidad de vida. Para entender por qué se puede denominar pandemia debemos poner el problema en contexto con unos pocos números. A principios de 2022, The Lancet publicó un estudio sobre la resistencia bacteriana en el que se revelaba que en 2019 las infecciones con bacterias resistentes fueron la causa de 1 de cada 8 muertes en el mundo, siendo la segunda causa de mortalidad ese año. Tal como resalta José Miguel Cisneros (Instituto de Biomedicina de Sevilla), “los resultados del estudio son muy impresionantes, ya que el número de muertes relacionadas con estas infecciones en el año del estudio, 2019, fue superior al número de fallecidos por covid-19 después de tres años (7,7 millones vs. 6,6 millones)”. Y no es, como otras emergencias sanitarias, un problema de salud de países con pocos recursos. En Europa se calculan unas 35 000 muertes al año según el Centro europeo para la prevención y el control de enfermedades (ECDC), 4 000 de ellas en España (¡cuatro veces más que los accidentes de tráfico!). En EE.UU. se contabilizan más de 2,8 millones de infecciones por bacterias resistentes a los antibióticos al año. Y, por si esto fuera poco, la Organización Mundial de la Salud advierte que el problema puede ir a peor, ya que las muertes anuales relacionadas con la resistencia a los antibióticos podrían situarse en torno a los 10 millones de personas en 2050, convirtiéndose en la principal causa de mortalidad en el mundo superando al cáncer.
Además de la amenaza que supone para la salud global, tiene también consecuencias económicas. La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos ha estimado que el coste que supone la resistencia bacteriana en los sistemas sanitarios de los países de la Unión Europea se sitúa en 1 100 millones de euros anuales y provoca grandes pérdidas en el Producto Interior Bruto (PIB).
Pese a todos estos datos, que confirman que la emergencia es real y actual, no parece un problema del que la sociedad sea plenamente consciente. Por ello, se debe informar y concienciar sobre su magnitud para fomentar un uso más responsable de los antibióticos.
La investigación, como en muchas otras amenazas globales, juega un papel esencial en la búsqueda de soluciones. Los científicos llevan años siendo conscientes del problema que suponen las bacterias multirresistentes y trabajan a contrarreloj en busca de alternativas. Hay varias líneas de investigación prometedoras para hacer frente a estas súper bacterias como pueden ser la fagoterapia, el uso de virus bacteriófagos (que matan a las bacterias pero son inocuos para los humanos) o partes de estos; la modificación, adaptación o combinación de antibióticos ya existentes; o la más cara y complicada, desarrollarlos nuevos. Todo esto, entre otras alternativas prometedoras
Buscando nuevos antimicrobianos entre lo más pequeño
En esta charla se abordará el problema de la resistencia a antibióticos, en qué consiste y cómo se originan y transmiten estas resistencias, así como las principales soluciones que, desde la investigación, se plantean. En concreto, se tratarán los últimos avances en nanotecnología aplicada a nuevos métodos de diagnóstico y terapia.
Esta línea, desarrollada en el Centro de Investigaciones Biológicas Margarita Salas, trata de trasladar el concepto de "multivalencia química" a la aplicación práctica en la búsqueda de nuevos antimicrobianos o la mejora de los ya existentes. La multivalencia consiste en que la disposición múltiple de varias moléculas terapéuticas en una única nanopartícula no suma, sino que multiplica su potencial antimicrobiano. Por poner un ejemplo, una nanopartícula que contiene 4 moléculas de un antimicrobiano, no va a ser simplemente 4 veces más potente que cuando se utiliza el antimicrobiano solo, sino que puede ser decenas o incluso miles de veces más efectivo. Eso permite dos cosas: convertir una molécula a priori con poca efectividad en una nanopartícula con gran eficiencia; y encontrar posibles nuevos usos a antimicrobianos ya estudiados pero descartados, por lo que no es necesaria una gran inversión en descubrir otros nuevos.
Nanotecnología y resistencia a antimicrobianos: combatiendo la "pandemia silenciosa" con pequeñas grandes armas
Miércoles 26 de mayo, 19:00h
Pangea, C/ Príncipe de Vergara 26, Madrid.
Jesús Miguel Sanz Morales es Doctor en Ciencias Químicas y Científico Titular en el Centro de Investigaciones Biológicas Margarita Salas del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), donde lidera el Laboratorio de Ingeniería de Proteínas frente a la Resistencia a Antimicrobianos. También es Catedrático de Universidad en excedencia. Las líneas de investigación de su grupo comprenden el estudio estructural de péptidos y proteínas con capacidad antimicrobiana y el uso de procedimientos nanobiotecnológicos para incrementar su efectividad.
El Centro de Investigaciones Biológicas Margarita Salas, la Asociación Española de Científicos, la Fundación DRO, la Sociedad Española de Inmunología y la Real Sociedad Española de Química apoyan la divulgación científica rigurosa.
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