Paradojas

En mis entradas previas sobre el tema de las vacunas (1, 2), sobre el que la Dra. Margarita del Val nos dio una charla muy pertinente e ilustrativa, no pude evitar el dejar traslucir mi asombro. El que me produce que un avance tan importante para la salud, que ha salvado la vida a millones de niños y no niños, se manipule de la forma en que se hace, poniendo en peligro vidas humanas.
Marga nos ilustró de cómo funciona el sistema inmunológico y de cómo las vacunas estimulan la memoria que naturalmente se tiene en respuesta a la infección. De esta forma, sin necesidad de pasar por los riesgos de una infección, tenemos las ventajas de la inmunidad adquirida. No voy a entrar en más detalles científicos, que puedes encontrar en las imágenes de su charla que amablemente nos ha dejado.
Quiero volver a las paradojas. La eficacia y la necesidad de las vacunas. Quienes mejor la están demostrando son los padres que no vacunan a sus hijos. La bajada en la cobertura de la vacunación del sarampión en Europa ha hecho que en solo 4 años se haya multiplicado por 4 el número de casos. Y esto sería un simpático ejercicio del método científico (se vacuna, baja la enfermedad; se deja de vacunar, sube la enfermedad) si no fuera porque ha causado 8 muertes perfectamente evitables. Y sin hablar de las posibilidades de transmisión a regiones del mundo donde el sarampión es mucho más letal que en Europa. Conviene no olvidar que causa la muerte de más de 130.000 niños al año. 
Por otra parte, se acusa a las farmacéuticas de quererse enriquecer con las vacunas. En la actualidad existen vacunas contra 23 agentes infecciosos. 19 de ellas se desarrollaron antes de 1977. En los últimos 35 años solo se han desarrollado 4. Hay varias razones, pero, entre ellas, el poco beneficio que representa para la industria farmacéutica este tipo de tratamientos que, en general, con un par de dosis evita de por vida la necesidad de nuevos tratamientos.

¡Habrá que combatir las enfermedades también con conocimiento y divulgación!

Ciencia con chocolate surge del convencimiento de la Sociedad Española de Bioquímica y Biología Molecular de la necesidad de la divulgación científica rigurosa.
La Sociedad Española de Inmunología también apoya la divulgación científica rigurosa.